Ecología
Docente/Facilitador Alfredo Bárcenas Reyes
Mail 21
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Guillermo Hurtado
Hace poco se dio a conocer la última edición de los Rankings QS de universidades. Si bien se han hecho varias críticas al sistema de los rankings y a los criterios de medición que utilizan, no pueden ignorarse. Por más limitados o sesgados que sean, los rankings nos ofrecen un parámetro para sopesar el prestigio de las instituciones educativas. Este año la UNAM apareció en el lugar 163 del mundo. La única universidad de Iberoamérica (incluyendo a España y Portugal) que quedó por arriba de ella fue la de Sao Paulo, que ocupa el sitio 127. Desde hace varios años el sitio de la UNAM en las listas ha sido más o menos el mismo. Sin embargo, ha pasado inadvertido en la opinión pública que cuando se revisan los Rankings QS por disciplina, donde mejor desempeño tiene la UNAM es en las materias humanísticas. La historia aparece en el lugar 27 a nivel mundial, la filosofía en el 34, lenguas modernas en el 38 y educación en el 38. La UNAM no está presente entre los primeros 50 lugares en ninguna otra lista por disciplina. De esto no se desprende, por supuesto, que otras disciplinas en la UNAM sean menos importantes. No. Lo único que se muestra es que, desde la perspectiva de los Rankings QS, las humanidades son el campo en el cual la UNAM es más competitiva a nivel internacional. Me parece que la colocación de la UNAM entre las mejores 50 universidades del área humanística es correcta. Ocupamos este sitio gracias a una labor académica muy seria que se ha realizado a lo largo de muchas décadas. En el siglo anterior, una pléyade de profesores e investigadores dedicó su vida al estudio de las humanidades y creó las instituciones universitarias en las cuales su legado permanece vivo. Imposible olvidar a profesores insignes como Antonio Caso, Samuel Ramos, José Gaos, Edmundo O’Gorman, Francisco de la Maza, Justino Fernández, Ernesto de la Torre Villar, Juan Ortega y Medina, María del Carmen Millán, Rubén Bonifaz Nuño y Luis Villoro, entre otros de semejante valía. El trabajo realizado por estos grandes maestros es parte de la riqueza intangible de México. Y como las humanidades son acumulativas, los logros pasan de generación en generación a través de una tradición intelectual que sigue vigente. La inversión en humanidades, comparada con la de otras disciplinas, es muy barata. No hacen falta telescopios, ni barcos, ni laboratorios. Lo que más importa en ellas es la formación del personal académico y la adquisición de unos cuantos libros. Está comprobado que los mexicanos somos buenos para las humanidades. Con más recursos, pero sobre todo, con una política académica más ambiciosa en el área, seguramente seríamos mejores.
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