sábado, 7 de junio de 2014

Las humanidades, las ciencias y la democracia. Informacón


ECOLOGIA
DOCENTE/FACILITADOR ALFREDO BÁRCENAS REYES
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Las humanidades, las ciencias y la democracia



 

Guillermo Hurtado
 La razón
29 de marzo de 2014

Las humanidades son un conjunto de disciplinas académicas en cuyo núcleo están la filosofía, la historia y la filología, y en cuya periferia se hallan algunas áreas del derecho, la antropología, la lingüística, la psicología, la medicina, la teoría literaria, la teoría del arte, la arquitectura, la pedagogía y la teología. Lo que las reúne es que su objeto de estudio es la dimensión de nuestra existencia que se despliega sobre la trama del lenguaje y la urdimbre de la historia. Por otra parte, las humanidades nos motivan a vivir de manera más virtuosa, racional y autónoma, y nos ayudan a entender los altibajos y los claroscuros de nuestra existencia. Desde hace dos décadas, se ha impuesto en todo el mundo una concepción del trabajo académico basada en las pautas de la práctica científica y que deja a las humanidades en una posición precaria. Esta concepción ha sido promovida por poderosos organismos internacionales, por lo que se ha adoptado como si fuera una normativa global. Un efecto nefasto de esta tendencia es que se ha presionado a las humanidades para que adopten los métodos de las ciencias, naturales y sociales. Pero como señaló Dilthey, los ideales de las ciencias y de las humanidades no son los mismos. Esto no significa que los humanistas no pretendan conocer, que no persigan los ideales regulativos de la verdad y la objetividad, sino que su aspiración es comprender la dimensión del valor y el sentido de la vida humana. Esta tendencia global, que también se ha consolidado en México, me preocupa no sólo por razones académicas. La democracia requiere de las humanidades. Socavar a éstas es poner en riesgo a aquélla. El filósofo norteamericano John Dewey sostuvo que la actitud experimental de la ciencia es de utilidad para la democracia. Sin embargo, me parece que ahora que la ciencia ha crecido tanto, es cuando tenemos que recuperar con mayor insistencia el rol de las humanidades en la democracia. Me explico. El conocimiento científico es en la actualidad una práctica ultra especializada, trasnacional, que requiere inversiones millonarias y gestiones complejas. Este conocimiento es dominado por una élite. Una razón de lo anterior, más allá de la dificultad de darlo a conocer al vulgo, es que el conocimiento científico se ha convertido en un bien de mercado poseído por los Estados nacionales o por grandes corporaciones. Los científicos no son dueños de sus descubrimientos, los propietarios son las entidades públicas o privadas, civiles o militares, que financian su investigación. Las humanidades, por el contrario, nos ofrecen una sabiduría vital, casi gratuita que, además, es accesible a cualquiera; en algún sentido que no debe desatenderse, son más democráticas que las ciencias. Ofrezco un ejemplo de la importancia de la enseñanza de las humanidades en una sociedad democrática. En la Edad Media y luego en el Renacimiento, se enseñaban juntas la gramática, la lógica, la dialéctica y la retórica. Me parece que rescatar esta tradición sería de utilidad para fortalecer la democracia. Las escuelas que aspiren formar ciudadanos, tienen que enseñar los conocimientos, habilidades y actitudes para hablar, razonar, argumentar y dialogar de manera correcta, ordenada y constructiva. Se debe aprender a respetar al interlocutor, a dejarlo hablar, a escuchar sus razones. Esta tolerancia dialógica es pilar de una sociedad en la que los desacuerdos se arreglan de manera pacífica. En la práctica del pensamiento crítico se valora la verdad, pero también la claridad, la sinceridad, el juego limpio, la colaboración, la búsqueda de acuerdos. No es suficiente saber argumentar, saber discutir, sino hay que saber hacerlo para un buen fin. Este horizonte ético, y a fin de cuentas, cívico, de la argumentación fue la gran enseñanza de Sócrates. Frente a los sofistas que entrenaban a los jóvenes para lograr victorias en el foro, él insistía en que esas artes debían estar orientadas a la búsqueda de la verdad y a la realización del bien. Una democracia en la que las humanidades no reciban suficientes recursos, en la que se releguen a un rincón del currículum, en las que se les desprecie como un oficio ocioso, es una democracia superficial y vulnerable.

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